Dinamarca fue uno de los primeros países en implementar un duro confinamiento, así como en acelerar el proceso de vacunación contra Covid-19 para blindar a su población; hoy, se convierte en el primer país europeo en declarar el fin de la pandemia.
La administración de la primera ministra socialdemócrata, Mette Frederiksen, eliminó todas las restricciones impuestas a sus 6 millones de habitantes para luchar contra el Covid-19.
De esta manera, este país retomó desde el pasado 10 de septiembre la vida cotidiana, es decir, cafés, restaurantes y discotecas sin cubrebocas y distanciamiento social.
“Sigue habiendo seguimiento de contactos [ante casos positivos] y recomendaciones para continuar aplicando las pruebas en diferentes entornos, como el escolar”, explicó Henrik Ullum, director General del Statens Serum Institut.
Indicó que todavía se aconseja al público que tome precauciones para evitar la transmisión del Covid-19, pero, en general, sí hay un regreso a la normalidad, con las restricciones prácticamente eliminadas.
El profesor que tiene a su cargo el organismo nacional encargado de dar respuesta a las amenazas infecciosas y biológicas, afirma que el “trabajo colectivo” es el secreto detrás del éxito danés.
El estado escandinavo hizo la transición a la normalidad registrado en promedio 325 nuevos casos de infección diarios, tres muertes y una cobertura completa de vacunación de 84% de la población.
De manera que el número bajo de personas hospitalizadas y el alto nivel de vacunación fue lo que permitió levantar las restricciones, señala Ullum.
“Nuestro éxito se basa en un sistema integral de pruebas y de seguimiento de los casos, lo que nos permitió localizar la enfermedad, cerrar municipios, determinar el virus y sus variantes, así como aislar a las personas infectadas y sus contactos más cercanos.
“Esto, en combinación con la remarcable capacidad de los daneses por cumplir con los lineamientos y la gran disposición a vacunarse, nos permitió llegar a la situación actual”, detalla.
Pero ante todo, resalta, es resultado de “una alta responsabilidad social y de confianza en la sociedad”.
Afirma que el trabajo conjunto permitió controlar de cerca la enfermedad y contener las infecciones graves, al tiempo que se fueron desarrollando las herramientas más efectivas para contener la epidemia ante cambios drásticos de los indicadores sanitarios.