Virginia Padilla combinó sus estudios de Biología con la práctica de Taekwondo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde trabajó para ganarse no sólo un lugar, sino el respeto de sus compañeros.
Cuenta que al principio, su profesor, uno de los iniciadores de la disciplina en la UNAM en 1973, José Sámano Hernández, separaba a las mujeres de los hombres en los entrenamientos.
Sin embargo, ella y sus compañeras Eréndira Álvarez y Mónica Torres, medallista olímpica en Seúl 1988, le reprocharon, por lo que Sámano Hernández accedió a enfrentarlas con sus compañeros durante los combates.
Gracias a su perseverancia representó a México en los Juegos Panamericanos de Puerto Rico y en los Centroamericanos, ambos en 1990; además participó en dos Juegos Olímpicos: los de Seúl en 1988 y los de Barcelona, en 1992.
La originaria de Uruapan, Michoacán, tuvo otro de sus grandes reconocimientos en el 2017, cuando vio la primera convocatoria emitida por la Federación Mexicana de Taekwondo para hacer un examen de cintas negras a todos los profesores.
Así se convirtió en la primera mujer mexicana avalada por la Federación en obtener uno de los grados más altos en el arte marcial, de la mano de sus sinodales Félix Justiniani, noveno Dan; Leonardo Arceo y Daniel Villavicencio, ambos de octavo Dan.
Virginia como otras mujeres han sido víctimas de la discriminación dentro del deporte, sobre todo los de contacto.
Para la especialista en género Blanca Martínez Torres, las mujeres que practican un deporte de contacto tienen una doble lucha. Primero por atreverse a ingresar a una actividad asociada con los hombres. La segunda consiste en aprender a trabajar en equipo y denunciar que existe la discriminación y el no reconocimiento.
Explicó que como parte de los roles asignados se ha creado la idea de que las mujeres no saben trabajar en equipo y la contraria siempre será una rival en vez de una compañera, como le pasó a la judoka Tonalli Romero: “Es una gran vencida que nos ha impuesto el machismo”.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), las mujeres, quienes representan 51.4% de la población mexicana, han vivido de forma histórica la exclusión de forma estructural en todos los ámbitos de su vida: en la escuela, el trabajo, el hogar, espacios públicos, en la política, los medios, la academia, la ciencia y los deportes.
En su informe de 2015 señaló que más de la mitad de la población ha sido discriminada por los estereotipos, es decir, “las ideas sobre lo que ‘deben ser’ los hombres y las mujeres”.
“En el ámbito deportivo es como decir: ustedes ni tienen tanta presencia, finalmente su rol va a ser otro, se van a embarazar, a casar, no van a poder mantener un entrenamiento”, mencionó Martínez Torres.
El Instituto Nacional de las Mujeres aseveró que la sociedad percibe mayores dificultades para las mujeres al entrar al mundo del deporte, pues se acepta más a los hombres y tienen más beneficios por el mismo esfuerzo que las mujeres.
“Se nos han asignados ciertos roles desde que nacemos, y de ellos dependen también las decisiones de hacia dónde vamos dirigiendo nuestra vida, incluso en las elecciones de carreras; elegimos Pedagogía porque tiene que ver con el cuidado de niños y niñas, como un poco resignadas a que ésa es nuestra función”, detalló la especialista en género Blanca Martínez.
Sin embargo, para lograr mayor equidad se debe de trabajar todos los días, pues de acuerdo con el informe del Foro Económico Mundial sobre el índice global de la brecha de género, las mujeres tendrán que esperar al menos 100 años más para alcanzar una verdadera paridad.
“Hay que estar muy conscientes de que nos vamos a enfrentar y vamos a nadar contracorriente; no nos podemos quedar a mitad de camino, hay que romper con estos roles, estas brechas, el chiste es creérsela...no desesperarnos”, agregó Martínez Torres.
El judo también es de mujeres
Tonalli Romero Moreno guarda su judogi en la maleta. Su cinta marrón tiene un lugar especial, no le gusta que llegue a tocar el calzado. Tampoco olvida su bolsita con tape, el cual utiliza por si tiene algún dedo lastimado. Amarra su cabello y se va a entrenar a la Máxima casa de Estudios, como lo hace desde hace ocho años.
Al llegar siempre sonriente al Ex Reposo de Atletas saluda a todos, hace una reverencia e ingresa al tatami, donde se siente “totalmente libre”, como ella lo describe. Sin embargo, también ha tenido otro tipo de experiencias por ser una mujer que practica el judo.
En alguna ocasión llegó un chico, Tonalli Romero se había ausentado un poco de los entrenamientos y desconocía si el joven deportista sabía caer; cuando lo cuestionó él dijo que sí “con una cara de: además contigo no voy a caer”, recordó la judoka.
Ella se enfrentó en el tatami contra el recién deportista que era más alto y pesado.
“Lo que hice fue tener un combate como te lo inculcan, respetando y cuidando a tu compañero, pero pues sí lo derribé y cuando terminé le dije ‘ah mira pues sí sabes caer’... el joven nunca volvió al Dojo”, narró Romero.
La judoka de 28 años y ex seleccionada nacional reconoce que muchas veces las personas no la toman en serio o anulan sus capacidades por practicar un arte marcial asociada a lo masculino.
“Te van tomando en serio conforme vas asistiendo, subiendo de grado y en los torneos, pero yo creo que sólo así, pero cuando llega gente nueva y ven que eres mujer, que tienes grado mayor, están bastante escépticos”, agregó.
Sin embargo, esto le sirvió para tener una actitud de cooperación con los hombres y ha visto el interés de más mujeres por participar en judo; en el horario más popular dentro de la UNAM había tres mujeres contra los 18 hombres.
Aunque en ocasiones la discriminación se da entre las mismas mujeres. La egresada de la Facultad de Filosofía y Letras recordó cómo desistió de ser seleccionada nacional en 2013 porque no la consideraron digna.
“En la selección femenil es toparte con rivalidad entre mujeres, que no consideren que tu técnica es suficientemente buena según ellas, que tengas menos tiempo, que no te consideren digna de estar en la selección, como fue mi caso porque tenía poco tiempo, pero logré dar resultados porque por eso me convocaron. Muchas de las cosas machistas que te topas en ambientes mixtos se ven reproducidos, y a veces de forma también muy violenta, entre mujeres”, reconoció Tonalli Romero.
La judoka mencionó que ahí las personas acostumbran a tratarse como rivales en vez de compañeras porque las becas y apoyos sólo se dan a una competidora por categoría. Pero a pesar de todo, Tonalli invita a las mujeres a practicar judo.
“A que se animen y que no tengan miedo en probar algo que nos han dicho en muchas ocasiones que no es para mujeres, además es bueno estar sano y fuerte”.
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